COMBATE LA FLACIDEZ QUE PROVOCA LA LACTANCIA MATERNA



Tras la lactancia, el estado de los pechos va a depender, en primer lugar, de cómo estaban antes del amamantamiento.No son pocas las mujeres que -tras concluir el periodo de lactancia- miran con cierta desilusión sus pechos, que ahora lucen más pequeños, más caídos y flácidos. Y es que, a pesar de sus múltiples beneficios y de la maravillosa que puede resultar la experiencia de amamantar a un hijo, no se puede negar que tiene un “efecto colateral” en la silueta femenina.

“Efectivamente, después de la lactancia se produce una atrofia de estos tejidos y la mama queda más flácida que antes del primer embarazo, incluso pueden quedar más pequeñas”, señala la obstetra MAGALY Rojas.

Esta especialista explica que “el organismo femenino tiene mecanismos para achicar la mama y dejarla lo más cercana a una mama que nunca ha lactado. Nunca queda exactamente igual, pero hay hábitos que contribuyen a mejorar su forma, entre ellos el ejercicio, porque fortalece los músculos pectorales y la hidratación de la piel, con cremas reafirmantes, por ejemplo”.

En todo caso, precisa que estos cambios no se producen sólo por la lactancia, sino durante todo el embarazo. Y es más, porque según un estudio presentado en la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos (Estados Unidos) en 2007, la lactancia no provoca, por sí sola, una flacidez significativa de los pechos. En este proceso -señala el estudio- intervienen además factores como un excesivo aumento de peso, un elevado índice de masa corporal, la cantidad de embarazos, la edad de la futura mamá, utilizar una talla de sostén inadecuada e incluso fumar. El paso de tiempo, por su parte, actúa tanto en una mujer que ha amamantado como en una que no lo ha hecho.
Gestos ‘vitales’ para los pechos
La obstetra recomienda utilizar, desde un comienzo del embarazo, cremas anti estrías, “aunque lo más importante es hidratar y hacer masajes suaves sobre la piel, sin traumatizar para estimular la circulación”, recalca.

Tras la lactancia, el estado de los pechos va a depender, en primer lugar, de cómo estaban antes del amamantamiento. Si llegan al embarazo bien tonificados y protegidos, el pronóstico es más favorable. Cualquiera sea el caso, poner en práctica los siguientes consejos será de mucha utilidad:

Usar un buen sostén maternal: Desde los primeros meses de embarazo y durante toda la lactancia. Lo ideal es que sean de algodón y cuenten con tirantes anchos y adaptables a los cambios de volumen. Dependiendo del tamaño del busto y de las molestias que experimente, puede ser conveniente utilizarlos también de noche. Los famosos ‘push-up’ son perjudiciales a largo plazo, ya que oprimen demasiado el busto, favoreciendo la flacidez.

Hidratar: Desde el primer momento la piel de esta zona, para mantenerla elástica y disminuir la probabilidad de que aparezcan estrías. Aplica una crema con suaves masajes, desde afuera hacia adentro, excluyendo los pezones. Así, además de ayudar a renovar la piel, estimula la circulación sanguínea. También puede usar una crema anti-estrías u otra que contenga colágeno. Al final del embarazo es aconsejable hacerlo dos veces por día.

Aplicar frío: Usar compresas mojadas -después de enfriarlas diez minutos en el congelador- es un recurso eficaz para favorecer la tonicidad del busto. Un buen hábito es terminar la ducha con agua fría (fresca, no helada), para fortalecer e irrigar los tejidos.

Buena postura: Procura mantener la espalda recta y la cabeza alta, ligeramente echada hacia atrás, ya que los hombros hacia delante favorecen la caída de los pechos.

Evita comprimirlos durmiendo boca abajo, cruzando muy a menudo los brazos o usando un sostén inapropiado; si al final del día tiene marcas en la piel, quiere decir que es demasiado pequeño.

Ejercicios: Practica ejercicios específicos para mantener firme esta zona. Por ejemplo, extender los brazos al frente y cruzar las manos en movimiento de tijera. Luego, con los brazos en cruz haz girar las manos en círculos. Otra alternativa es elevar los codos a la altura de los hombros y presionar palma contra palma, frente al pecho, como si quisiera romper una nuez con las manos. Las llamadas “lagartijas” o flexiones de brazos son muy útiles. Se pueden hacer apoyados en el suelo o en la pared. Con cinco al día es suficiente. Lo importante es mantener la espalda recta, el estómago sostenido y el músculo del glúteo contraído. Su cuerpo debe ser una línea recta que sube y baja.

Evítalos: Los masajes bruscos, los deportes ‘violentos’, o que impliquen saltos como la equitación, el básquetbol y las dietas rápidas son enemigos de una delantera firme. Si eres amante de la actividad física, utiliza siempre un sostén especial. En todo caso, el mejor deporte para favorecer la musculatura pectoral (que sostiene al busto) es la natación. Nunca te expongas al sol sin protección. La consecuencia directa es que la piel se reseca, se envejece y pierde elasticidad.

Amamanta seguido: Si aún estás amamantando, realiza una higiene diaria con jabones que no provoquen sequedad en los pezones ni en su contorno; así previenes las grietas. Para evitar la flacidez, coloca al bebé al pecho de manera frecuente, eso impedirá que se llenen demasiado entre una toma y otra, situación que favorece la relajación de los tejidos.

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