AL QUE MADRUGA DIOS LE AYUDA.. ES UN DICHO QUE ENTRA EN DISCUSION


Según la investigación, los niños están durmiendo una hora menos que hace 30 años atrás. Una situación que genera dramáticas consecuencias en la inteligencia, comportamiento y en trastornos alimenticios.

compartir “El que madruga dios lo ayuda” es un dicho que entra en discusión para el estudio que recopiló varias investigaciones sobre el tema de los autores Po Bronson y Ashley Merryman.

Según las investigaciones, los niños están durmiendo uno hora menos que hace 30 años atrás. Las razones apuntan al uso de las nuevas tecnologías, el ritmo de trabajo de los padres que hace que los niños se duerman más tarde para que puedan compartir con sus hijos, entre otras.

Sin embargo, los expertos en sueño aseguran que el impacto de dormir una hora menos es más perjudicial para los menores porque el cerebro - hasta los 21 años - trabaja constantemente y gran parte de esta operación la realiza cuando el menor está dormido.

Evidentemente dormir es importante para no estar cansado. Pero, según el estudio, se ha demostrado que no sólo afecta el desempeño académico y la estabilidad emocional, sino que también tiene relación con los altos índices de obesidad y con el aumento del déficit atencional vinculado a la hiperactividad.

Tan así, que los desordenes en el sueño en el periodo formativo a la larga, según los expertos, pueden causar daños permanentes en la estructura del cerebro. Incluso, el estudio asocia padecimientos como la depresión y problemas alimenticios en los jóvenes y adultos como síntomas de un mal dormir en la infancia.

Los resultados de las distintas investigaciones, tras realizar una resonancia magnética a los niños y jóvenes con sueño alterado, arrojaron que los alumnos cansados no pueden recordar por un instante los aprendizajes recién enseñados porque las neuronas pierden su plasticidad siendo incapaz de formar las nuevas conexiones sinápticas necesarias para codificar un recuerdo.

Con respecto a la falta de atención en clases de los niños, la investigación explica que la falta de sueño debilita la capacidad del cuerpo para extraer la glucosa de la sangre. Sin esta glucosa, una aparte del cerebro sufre más que el resto, la corteza prefrontal (responsable de la “función ejecutiva”).

En cuanto a la relación del sueño con la obesidad, la doctora Eve Van Cauter, descubrió que la pérdida de sueño aumenta la hormona del hambre, grelina, y disminuye su opuesto, leptina. Además, la falta de sueño eleva el cortisol que estimula al cuerpo para generar grasas y la hormona del crecimiento, también, es interrumpida y que es esencial para la descomposición de la grasa. Es así, que los recientes estudios apuntan a que los niños que duermen menos son más propensos a engordar que los que tienen mejor dormir, según la investigación.

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