ANSIEDAD, ESTRÉS Y DEPRESIÓN...TRES ENFERMEDADES PSICOLÓGICAS QUE HAY QUE DIFERENCIAR...



De ahí que sea tan importante aprender a identificar sus principales síntomas para poder reaccionar antes de que estos estados empeoren aún más.

Ahora bien, es importante saber que el estrés, la depresión y la ansiedad pueden manifestarse por separado o en conjunto. Incluso, en algunas ocasiones un trastorno puede derivar en otro. Veamos a continuación cómo pueden afectarnos y en qué consisten cada uno de ellos.

Estrés: qué hay que saber

La respuesta de estrés se origina cuando una persona percibe una situación como amenazante y además, considera que no dispone de recursos para hacerle frente. Es decir, el acontecimiento exige un sobreesfuerzo y de algún modo, se considera que está en peligro el bienestar personal. Así, el estrés no es más que una forma de afrontar y adaptarse a las diferentes situaciones que se presentan.

Una de las claves para comprender el estrés, consiste en ser conscientes de que se trata más bien de una percepción por parte de la persona más que de la situación. Con esto queremos decir que depende de la valoración cognitiva que se haga de lo que sucede. De esta forma, si la persona considera que no puede responder adecuadamente o considera que no tiene recursos para afrontarla experimentará estrés.

Síntomas asociados al estrés

Algunos de los síntomas asociados al estrés podrían ser:

  • Síntomas psicofisiológicos. Aumento de la respiración, tasa cardíaca o presión sanguínea, dolor de cabeza, problemas digestivos, agotamiento, insomnio.
  • Síntomas neuroendocrinos. Aumento de la liberación de epinefrina y cortisol, ambas conocidas como las hormonas del estrés. Así, a mayores niveles de estas hormonas, el hígado liberará más glucosa a la sangre.
  • Síntomas psicológicos. Indecisión, pérdida del sentido del humor, frustración, ira, problemas de concetración.

Por otro lado, el psicólogo Bruce McEwen de la Universidad de Yale afirma que “cada vez hay más pruebas que demuestran que el estrés afecta directamente al sistema nervioso: aumentan las enfermedades infecciosas como la gripe, el resfriado, el herpes…”.

Ahora bien, el estrés no siempre tiene consecuencias negativas, ya que gracias a este hemos sobrevivido como especie durante muchos años. Su presencia es una oportunidad para poner en marcha los recursos personales y generar, si es posible, la adaptación o el cambio que la situación demanda.

Es lo que se conoce también como estrés positivo o “eustres”, ese impulso que nos anima a enfrentarnos a los problemas de modo más creativo, con mayor responsabilidad e iniciativa.

La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por presentar síntomas muy variados según cada persona. No obstante, todos ellos se encuentran bajo una realidad gris invadida por el pesimismo, la incapacidad de hacer frente a la vida y un malestar general.

A pesar de que cada persona puede vivir la depresión de un modo diferente, suele considerarse la tristeza crónica como uno de los síntomas más característicos. Y aunque esta idea no es del todo errónea, es importante tener en cuenta que una persona puede tener depresión y no estar triste aparentemente o manifestar un aplanamiento emocional.

Las principales causas de la depresión están asociadas a factores genéticos, fisiológicos, personales y ambientales. Esto quiere decir que es un trastorno multifactorial, de ahí que no suela ser fácil identificar su origen. Además dependiendo de la gravedad, la frecuencia y la duración de los síntomas se distinguen distintos tipos de depresión.

 

  

Por otro lado, existen diferentes teorías que intentan explicar el fenómeno de la depresión. Por ejemplo, según la perspectiva cognitiva, la depresión es fruto de una distorsión cognitiva, a partir de la cual la persona observa el mundo, el futuro y a sí misma desde un filtro negativo.

La perspectiva conductual considera que aparece por la falta de refuerzos hacia la persona, provocando así que esta no actúe. Mientras que desde una mirada biológica esta se explica por un desequilibrio de ciertos neurotransmisores.

Una situación preocupante es que según la OMS, la depresión es la causa principal de discapacidad en el mundo. Actualmente, unos 300 millones de personas sufren este trastorno del estado de ánimo y al menos un 50% de ellas no reciben tratamiento o si lo tienen no es el más adecuado.

Al igual que ocurre con la depresión existen diferentes teorías para explicar cómo se desarrollan los trastornos de ansiedad. A nivel general, la ansiedad se explica como una percepción sesgada del mundo. La persona presta atención únicamente a aquella información o estímulo relacionado con la sensación de amenaza y la interpreta de manera errónea.

Por ejemplo, si una persona se siente ansiosa cuando se relaciona con los demás, focalizará su atención hacia señales de rechazo por mínimas que sean.

Como vemos, el estrés, la ansiedad y la depresión pueden afectarnos de forma muy negativa, sobre todo si dejamos al tiempo pasar. Preocuparnos por nuestro estado de salud tanto físico como emocional es esencial (al igual que de aquellos que nos rodean).

No dudemos, por tanto, en pedir ayuda a un profesional de la salud mental cuando percibamos que perdemos el control. O que estamos perdiendo nuestra calidad de vida.

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